Oración poderosa de San Cipriano y Santa Justina para protegerte de personas negativas
¡Oh poderosos San Cipriano y bendita Santa Justina! Os ruego que atendáis mis humildes súplicas e intercedáis por mí ante Jesús, nuestro redentor. Anhelo que me asistáis en mis desasosiegos, aclarando y limpiando mis caminos para que no encuentre barreras ni obstáculos que impidan que la felicidad y la prosperidad lleguen a mí.
San Cipriano y Santa Justina
Glorioso San Cipriano, tú que, después de haber caído en poder del demonio, conociste a nuestro Señor Jesucristo a través de la bondadosa Santa Justina. Te convertiste al divino maestro, quien desde entonces fue tu único Dios y señor. Tú y Santa Justina fuisteis fieles servidores hasta entregar vuestras vidas en martirio.
Defensa y amparo
Dadme, poderoso San Cipriano, defensa y amparo ante toda adversidad. Tú eres el mejor abogado contra todo mal causado por hombres o malos espíritus. Protégenos ante las malas acciones, ideas y pensamientos de quienes nos desean el mal. Líbranos de todo influjo del maligno.
Te pido, junto a la bondadosa Santa Justina, que nos libres de todo mal conocido y por conocer. Que nos brindes tu bendita asistencia para eliminar cualquier daño causado por nuestros enemigos y todo lo malo que nos hayan enviado o quieran enviar.
Libertad de todo mal
Santos San Cipriano y Santa Justina, os suplico con toda mi fuerza y deposito plenamente mi confianza en vosotros para que hagáis posible que me sienta seguro en mi vida, tanto laboral como familiar.
Ruego ser desatado de todo mal y enemigo, para que mis pensamientos y obras sean preservadas y no sufra maldad, dolencias, enfermedades, injusticias, humillaciones ni traiciones. Que todo el mal que quieran causar a mi economía, vida emocional y mental sea eliminado por completo, y pueda vivir lleno de éxito, paz y tranquilidad.
Protección contra difamaciones y envidias
Os pido que me libres de la acción y mala lengua, de toda envidia, difamación, chisme o habladuría. Preservadme para no verme envuelto en intrigas y no caer jamás en la mala justicia, persecuciones o prisiones.
Ruego que salgáis, cortéis y destruyáis todo trabajo de magia y amarre hecho contra mí. También pido que se desvanezcan los maleficios, hechicerías, brujerías y salmos lanzados sobre mi persona y mi hogar, así como sobre los miembros de mi familia. Que mis enemigos sean llenos de confusión, desconcertados y alejados. Que los que quieran atentar contra mi estabilidad sean librados de los malos deseos y que, gracias a vuestro poder, salga siempre triunfante sobre ellos.
Petición final
Concédeme, piadoso Cipriano y Justina, los favores que solicito en esta oración. Que vuestra ayuda me sirva para resolver el siguiente problema, [indicar el problema y lo que se necesita conseguir].
Plegarias y suplicas ante el Señor
¡Alabados San Cipriano y Santa Justina por vuestros méritos ante el Señor! Por favor, os ruego que atendáis con celeridad mis súplicas. Yo no estaré por siempre agradecido y llevaré vuestros nombres a quienes lo necesiten. Os lo pido por nuestro Señor Jesucristo y por su santísima madre, la Virgen María. Gloria y alabanza sea dada al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por toda la eternidad. Amén, amén, amén.
Rezos de Padrenuestro, Avemaría y Gloria
A continuación rezaremos 5 Padrenuestros, 5 Avemarías y 5 Glorias.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María
Llena eres de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo! Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
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