
La devoción hacia María en San Gabriel de la Dolorosa: Descubre el Credo Mariano
Queridos hermanos e hijos amados de Cristo y María, hoy quiero presentarles el Credo de Mariah, compuesto con amor por San Gabriel de la Dolorosa, un fiel devoto de nuestra Madre celestial.
Creencia en María
Creo en María como Reina del Cielo, Madre de Misericordia, Alegría de los justos y Guía de los pecadores arrepentidos. No hay hombre tan perverso que no pueda recibir tu misericordia y nadie está tan abandonado por Dios que no pueda acudir a ti y encontrar perdón. Sin embargo, siempre seremos desagradecidos si no recurrimos a ti, Madre de todos los hombres.
Creo que eres también madre de los pecadores que desean corregirse y que intercedes por cada alma pecadora ante el trono de Dios, suplicando su compasión y misericordia.
El amparo de María
Creo que eres nuestra vida y, en palabras de San Agustín, nuestra única esperanza después de Dios. Veo a Santa Gertrudis describiéndote con el manto abierto, acogiendo bajo él a fieras como leones, osos y tigres. No los espantas, sino que los recibes con piedad y ternura.
Creo que gracias a tu intercesión, recibimos el don de la perseverancia. Si recurro a ti, no me desesperaré, si te tienes a ti misma, no caeré, si me proteges, no temeré, si te sigo, no me cansaré, y si me alcanzas, me recibirás con amor.
Esperanza en María
Creo que eres el consuelo de los cristianos, su ayuda y refugio, especialmente en el momento de la muerte, tal como lo revelaste a Santa Brígida. No abandonas a tus devotos en su último aliento, como lo afirmó San Juan de Dios.
Creo que eres la esperanza de todos, en especial de los pecadores. Eres la ciudad de refugio para aquellos que carecen de ayuda y socorro. Eres la protectora de los condenados y la esperanza de los desesperados. Incluso tú, María, puedes obtener misericordia para el mismo demonio si humildemente la solicitas.
La ayuda de María
Creo que ayudas a todos aquellos que te invocan y eres sumamente solícita para concedernos gracias cuando te las pedimos. San Bernardo afirmó que tú acoges bajo tu manto a todos los que acuden a ti y los ángeles defienden a tus devotos contra los ataques del infierno. Sales al encuentro de quienes te buscan y, sin ser rogado, dispensas tu ayuda.
Acudamos a ella en todo momento, confiando en su amor y misericordia infinitos.
La importancia de invocar su nombre
Es evidente la ayuda que la Virgen María puede brindarnos. Como reveló Santa Brígida, los demonios huyen al oír su nombre, dejando en paz nuestras almas. Nos asociamos a santos como San Jerónimo, Epifanio, Antonio y otros, para afirmar que su nombre proviene del cielo y fue impuesto por orden de Dios. Sentimos, al pronunciar su nombre, una dulzura similar a la que San Bernardo sentía al pronunciar el de su Hijo.
Su nombre, una melodía y una fuente de esperanza
El nombre de María es una melodía para nuestros oídos, miel para nuestro paladar y causa júbilo en nuestros corazones. No hay otro nombre, aparte del de Jesús, que esté tan lleno de gracia, esperanza y suavidad para los que lo invocan. Estoy convencido, al igual que San Buenaventura, de que su nombre no puede ser pronunciado sin que traiga algún fruto espiritual.
La intercesión necesaria de María
Venimos a ella, seguros de que no hay alma en el mundo tan fría en su amor ni tan alejada de Dios que no pueda ser liberada por su intercesión. Creemos que todas las gracias que Dios dispensa a los hombres pasan por sus manos, y que todas las misericordias divinas se obran por medio de ella. Nadie puede entrar en el cielo sin pasar por ella, pues María es la puerta. Su intercesión no solo es útil, sino moralmente necesaria.
María, nuestra cooperadora y corredentora
Ella es la cooperadora de nuestra justificación, la reparadora de la humanidad y corredentora del mundo. Cuantos no se acojan a ella como arca de salvación, perecerán en el tempestuoso mar de este mundo. Nadie se salvará sin su ayuda. Creemos que Dios ha establecido no conceder gracia alguna si no es a través de su intercesión. En nuestras manos está nuestra salvación, y quien pretenda obtener gracia de Dios sin recurrir a ella, pretende volar sin alas.
El papel insustituible de María
Quien no es socorrido por María, recurre en vano a los demás santos. Todo lo que los demás santos pueden lograr con ella, ella lo puede hacer sin ellos. Si buscamos a otro santo para interceder por nosotros, todos los santos se unirán a ella. La proclamamos, al igual que Santo Tomás, como la única esperanza de nuestra vida. Creemos, al igual que San Agustín, que ella tiene la única clave para nuestra eterna salvación.
El poder y el amor de María
María es la tesorera de Jesús, y nadie recibe nada de Dios sino a través de su mediación. Todo lo que necesitamos se encuentra en ella. Cada uno de sus suspiros vale más que todos los ruegos de los santos juntos. Ella es capaz de salvar a todos los hombres y es una abogada tan piadosa que defiende incluso a los más infieles. Con el Papa San León III, la reconocemos como la reconciliadora celestial de toda la humanidad. Es, sin duda, la pacificadora entre Dios y los hombres, y es el señuelo divino que atrae a los pecadores al arrepentimiento.
Affirmaciones de fe en la misericordia y protección de Nuestra Señora
Como Dios mismo reveló a Santa Catalina de Siena, la Virgen María atrae a los pecadores hacia ella con la misma fuerza que el imán atrae el hielo (San Epifanio). Ella nos observa con ojos compasivos y su corazón está abierto para ver nuestras miserias y ofrecer su socorro.
Creo en la misericordia divina de la Virgen María, la cual aumenta en el cielo en proporción al sol y la luna (San Buenaventura). Así como ninguna criatura en la tierra o en el firmamento escapa a la luz del sol, ninguna alma en el cielo o en la tierra está excluida de su misericordia.
San Buenaventura también enseña que no solo aquellos que la ofenden son perdonados, sino también aquellos que le piden gracias y se acogen a su protección. Nuestra emoción es el pasaporte al cielo.
El poder de la devoción a la Virgen María
Creo firmemente que los devotos de la Virgen María son bendecidos (Sanz Alfonso) y que aquellos que le son fieles son librados de las llamas del purgatorio (San Bernardino). Nada se pierde por acudir a ella, incluso los pecadores pueden ser salvados.
Creo en la promesa de la Virgen María de liberar las almas del purgatorio el sábado siguiente a la muerte de aquellos que llevan su escapulario del Carmen, y que su poder para llevar al cielo a cuantos ella desee es real.
Como dijo a Santa María Magdalena de Pazzi, la Virgen María es el guía celestial que conduce a sus devotos al puerto de la gloria, en la barquilla de su protección. Afirmo con San Bernardo que profesar devoción a ella es señal de predestinación.
La Virgen María es más compasiva que ningún otro santo (San Antonio), ella da más de lo que se le pide y busca a aquellos que están necesitados. Incluso acude en ayuda de aquellos que la justicia humana está a punto de condenar.
Las poderosas intercesiones y oraciones de la Virgen María
Estoy convencido de la verdad de la visión de Santa Brígida, en la cual Jesús dijo: "Si no fuera por nuestras oraciones, no habría en el mundo".
Como madre compasiva, está dispuesta a interceder por nosotros ante su Hijo. Que nuestra fe en ella nos guíe en el camino hacia la vida eterna.
La importancia de la humildad en la vida cristiana
En este artículo hablaremos sobre la importancia de la humildad en la vida cristiana y cómo podemos aprender de figuras ejemplares como Santo Fulgencio, Santa Matilde y Santa Brígida.
Santo Fulgencio: un modelo de humildad
"Este caso ni esperanza ni misericordia vino también con San Fulgencio. Si no hubiera sido por vos, la tierra y el cielo habrían sido destruidos por Dios".
San Fulgencio nos enseña que la humildad es fundamental en nuestra relación con Dios. A pesar de sus dones y gracias celestiales, él prefería ponerse en el último lugar y no buscar su propia gloria, sino la de Dios.
Santa Matilde y su humildad en la vida cotidiana
"Veo cómo revelas, Tiza Santamatilde, que eras y eres tan humilde. A pesar de haber sido enriquecida con dones y gracias celestiales, preferías a nadie. Como dijiste a Santa Isabel Benedictina: los juzgaba es bellísima sierva de Dios y digna de su gracia".
La humildad de Santa Matilde nos muestra cómo podemos vivir la humildad en el día a día. Aunque tengamos habilidades y dones especiales, debemos recordar que todo lo recibimos de Dios y que la gloria debe ser para Él.
Santa Brígida: un amor intenso por Dios y por el prójimo
"Creo que debido a este intenso amor, vuestro adiós a más fuisteis tentada y que nunca tuvisteis un pensamiento que no fuera para Dios. Me dijisteis palabra que no fuera dirigida a Dios".
Santa Brígida nos muestra la importancia de amar a Dios sobre todas las cosas y tener un amor intenso por Él. Además, demostró un amor excepcional por el prójimo, superando incluso el amor de todas las madres hacia sus hijos o el amor entre esposos.
Conclusiones
Aprendamos de los ejemplos de Santo Fulgencio, Santa Matilde y Santa Brígida, y busquemos poner a Dios en el centro de nuestras vidas. Que nuestro amor por Dios y por nuestro prójimo sea siempre sincero y desinteresado.
El amor y la gracia de la madre de Dios
La dignidad de la madre de Dios es infinita y única en su género. Ninguna criatura puede igualar su perfección y cercanía a Dios. Como dijo san Alberto, después de Dios, ella es la más cercana a la perfección divina. Dios la ha bendecido con todas las gracias y dones, superando a todas las demás criaturas juntas.
La belleza de la madre de Dios es divina. Santa Brígida reveló que su belleza sobrepasa la de todos los hombres y ángeles. Su pureza ahuyenta cualquier impureza y sus pensamientos inspiran grandeza. Desde su infancia, ella demostró una inocencia sin ningún defecto, siendo virgen antes, durante y después de dar a luz.
La madre de Dios trabajó sin que su acción la distraiga, y viajó sin descuidar sus ocupaciones. Cuando llegó el momento, murió pacíficamente, sin angustia ni dolor. Su cuerpo permaneció incorrupto. Como enseña san Alberto, ella fue la primera en ofrecer su virginidad, y es un ejemplo para todas las vírgenes. Su virginidad se mantuvo gracias a la castidad de su esposo, san José.
La madre de Dios, la estrella de la virtud, fue resuelta a renunciar a la dignidad de madre de Dios antes que perder su virginidad. Esta es una muestra magnífica de su predestinación para la gloria. Dedicarle devoción y saludarla con el Ave María en el rosario es una forma de honrarla y seguir su ejemplo.
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