Oración del hermano Carlos de Foucauld   para peticiones y dar gracias

La poderosa oración del hermano Carlos de Foucauld: peticiones y gratitud

Padre Mío, Me Pongo en Vuestras Manos

Padre mío, me confío a vos, padre mío, me abandonó a vos, padre mío, haced de mí lo que os plazca, sea lo que sea lo que hagáis de mí, os lo agradezco, gracias por todo. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Os doy gracias por todo, con tal que vuestra voluntad se haga en mí, Dios mío. Con tal que vuestra voluntad se haga en todas vuestras criaturas, con estos vuestros hijos, en todos aquellos a los que ama vuestro corazón. No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi alma en vuestras manos, os lado y, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque os amo y para mí es una necesidad de amor el darme, ponerme en vuestras manos sin medida. Yo me pongo en vuestras manos con mi infinita confianza, porque vos sois mi padre. Padre mío, me abandono a ti, haz de mí lo que quieras, lo que hagas de mí, te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se haga ni y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en tus manos, te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo y porque para mí amarte es darme, entregarme en tus manos y medida con una infinita confianza, porque tú eres mi padre. Amén.

Hacer las Peticiones a Dios Padre

Solicita al Hermano Carlos que interceda ante él para que sea concedida. Reza el Credo, un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria. Pide ahora por tus intenciones personales. Si deseas, compártelas en los comentarios.

Continuamos con la Oración

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único hijo nuestro señor, que fue concebido por ahora y gracia del espíritu santo, nació de Santa María virgen. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.

Dios te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y en dito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios...

La importancia de la oración y la confianza en Dios

Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Dedica unos minutos a dar gracias a Dios Padre por los muchos beneficios que día tras día nos envía desde las alturas. Exprésale la gran confianza que depositas en Él, para que te siga ayudando en los problemas y las necesidades que afligen tu vida. Habla con él con el corazón en la mano y pídele que no te abandone ante la adversidad. Además, dale a conocer lo mucho que le amas y que no le olvidas ni aún en los peores momentos.

La oración del abandono

La "Oración del Abandono" o "Plegaria del Abandono" fue redactada originalmente como una meditación a partir de un pasaje del Evangelio de San Lucas, en el cual Jesús dice: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" y "Padre, en tus manos pongo mi espíritu". Esta hermosa oración se ha traducido a todos los idiomas y se han hecho diversas versiones de ella.

El Padrenuestro y el Ave María

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.

Dios te salve, María,

llena eres de gracia.

El Señor es contigo.

Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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