Potente novena a San Francisco de Asís para recibir sanación espiritual y física

El santo protector de los animales, los comerciantes y la preservación del medio ambiente es San Francisco de Asís. A pesar de provenir de una familia adinerada, renunció por completo a una vida de lujos y comodidades después de escuchar la voz de Dios y su llamado a reconstruir la iglesia cristiana y vivir en humildad. San Francisco de Asís es conocido por los supuestos milagros que Dios realizó a través de él, así como por su compasión hacia los más vulnerables, especialmente los enfermos, los pobres y los animales. A través de la Novena a San Francisco de Asís, imploramos su intercesión en nuestras necesidades materiales y espirituales, así como por la sanación del cuerpo y alma.

Pensamientos en el octavo día de la novena

San Francisco de Asís, muerte dichosa. Es verdaderamente preciosa, según dice el Señor, la muerte de sus Santos. Singularmente hermosa fue la de San Francisco. Como alma desterrada del cielo, anhelaba vivamente romper las ataduras de la cárcel del destierro. Por eso, en sus últimos momentos, como discípulo de la Cruz, se arrojó desnudo al suelo, pidió un hábito de limosna para su mortaja, y mientras sus discípulos lloraban, él, contento por la felicidad que le esperaba, saludaba con cánticos alegres a la "hermana Muerte", y pedía al Señor que rompiera cuanto antes los lazos que lo ataban.

San Francisco, ayúdanos a ser instrumento de tu paz, sabiendo que perdonando se alcanza el perdón. Que nuestro corazón sea dócil al reconocimiento del mal que hemos causado y estemos preparados para perdonar a los demás, tan necesitados de nuestro perdón. A veces, una palabra o un gesto simple pueden cambiar la historia y la vida de muchas personas, que han guardado resentimiento por años debido al orgullo o la soberbia. San Francisco, guíanos por el camino de la vida para que tengamos sentimientos de compasión y ternura hacia los demás. Concede a nuestros corazones un espíritu compasivo.

La Voz de San Francisco de Asís

En el año 1208, durante una ceremonia religiosa, San Francisco de Asís escuchó el evangelio en el que Jesucristo insta a sus discípulos a atender a las personas sin preocuparse por posesiones materiales. "No lleven consigo oro, plata o cobre en sus cinturones, ni bolsa para el viaje, ni ropa extra, ni calzado, ni un bastón". Estas palabras reafirmaron su vocación de vivir una vida sencilla, predicar el mensaje del Evangelio a los más necesitados y reconstruir la Iglesia Cristiana.

Aunque había hecho el voto de pobreza, San Francisco de Asís necesitaba fondos para la reconstrucción de la iglesia, así que decidió vender algunas telas de su padre y su caballo. Su padre lo denunció ante el obispo local, quien le ordenó devolver el dinero a su progenitor. Sin embargo, San Francisco de Asís se despojó de sus ropas y se las entregó a su padre, declarando que a partir de ese momento, Dios sería su único padre. Este suceso es considerado como la conversión definitiva de San Francisco de Asís.

Debido a su amor y preocupación por los animales, San Francisco de Asís es venerado por la iglesia como el santo patrono de los mismos. La comunidad fundada por él y sus seguidores se convirtió en la poderosa Orden Franciscana, cuyos sacerdotes se distinguen por su vestimenta humilde y sencilla.

Oraciones a San Francisco de Asís

Reza la novena al humilde fraile San Francisco de Asís para pedir protección contra los males espirituales, cuidar la salud del cuerpo y del alma y otras necesidades que puedas tener.Comienza con la señal de la Santa cruz, pidiendo a Dios que te libre de tus enemigos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.Oh Jesús, mi Señor y Redentor, me arrepiento de todos mis pecados y me duele en el fondo de mi corazón haber ofendido a un Dios tan bondadoso. Me comprometo a no volver a pecar y confío en tu infinita misericordia para obtener el perdón de mis culpas y alcanzar la vida eterna. Amén.

Contemplación inaugural de la novena

Considerado uno de los grandes pecadores, San Francisco de Asís a menudo se autoproclamaba como tal. Evitaba ser el centro de atención y rechazaba los elogios. Incluso rechazó la oportunidad de convertirse en sacerdote, creyéndose indigno de tan alto cargo. Más tarde, renunció al liderazgo de su Orden, prefiriendo obedecer al novicio más reciente. Su humildad era tan grande que no tenía reparos en postrarse en el suelo. Por eso, la Iglesia lo venera como el Santo humilde y las generaciones lo bendicen. Como recompensa por su humildad, Dios le otorgó el trono que el soberbio Luzbel perdió. ¡Qué lección tan valiosa para recordar que Dios premia la humildad!

San Francisco de Asís, intercede por nosotros para que seamos instrumentos de paz. Ayúdanos a encontrar la paz dentro de nosotros mismos, cambiando nuestra perspectiva y prioridades. Que nuestro amor sea incondicional, dirigido no solo a las personas sino también a todo lo que hacemos en nuestro día a día: en nuestras interacciones, diálogos y trabajos. Siempre que pongamos amor en todo aquello que nos rodea, encontraremos paz. Ayúdanos a entender, Francisco, que el verdadero amor se demuestra con acciones y sin esperar nada a cambio.

Pensamientos durante el cuarto día de la novena

En honor a San Francisco, recordamos su virtud de la paciencia. Fue Jesús, desde la cruz, quien le llamó a seguirle por el camino de la perfección. El llamado divino resonó tan fuerte en su corazón que, hasta su último aliento, San Francisco fue conocido como el "loco de la Cruz". A pesar de que sus seres queridos, amigos y vecinos se burlaban de él, nada pudo apartarlo de abrazar la cruz con paciencia inquebrantable. Aunque el demonio le persiguió, las enfermedades le aquejaron y los problemas le abrumaron, como un nuevo Job, se apegó a la cruz sin flaquear.

San Francisco, ayúdanos a ser un instrumento de paz, a llevar esperanza donde hay desesperación y luz donde hay tinieblas. Que tu ejemplo nos anime a luchar contra el pesimismo y a perseverar en nuestros esfuerzos para alcanzar nuestros objetivos y renovar nuestro amor propio. Confiamos en que no hay nada imposible para el poder de Dios. Que tu espíritu nos ayude a llevar alegría en nuestras palabras y acciones, enriqueciendo nuestras vidas y las de los demás.

Recordamos también la caridad de San Francisco para con Dios. Él amó al Señor con la pasión de un serafín. Desde joven, prometió no rechazar nada en nombre de Dios y cumplió su promesa al entregarle su vida por completo. Renunció a todas las ilusiones terrenales para vivir solo por el cielo, dejando su patria para evangelizar en tierras lejanas y ansiando el martirio como máxima prueba de amor por Dios. Fundó tres Órdenes en su nombre, siempre buscando agradarle y obedecerle en todo.

Que recordando el ejemplo de San Francisco, podamos ser pacientes en medio de las dificultades, llevar paz y alegría donde haga falta y amar a Dios por encima de todo. Que su legado nos inspire a vivir una vida de amor y entrega sin límites.

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