Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz una oración poderosa para los agonizantes

Oración de consuelo y esperanza para aquellos cerca del final

Oración para los agonizantes

Primera palabra: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34)

Jesús amado, que por amor mío agonizaste en la cruz para pagar por mis pecados, te ruego que tengas piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en mi hora final. Por los méritos de tu preciosísima sangre derramada por nuestra salvación, concédenos un dolor profundo por nuestras culpas, que nos haga morir en el seno de tu infinita misericordia. Amén.

A continuación, rezamos tres glorias: "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén."

Ten piedad de nosotros, Señor. Ten piedad de nosotros, Dios mío. Creo en ti, espero en ti, te amo y me arrepiento de haber te ofendido con mis pecados.

Segunda palabra: "En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43)

Jesús amado, que por amor mío agonizaste en la cruz, te ruego que tengas piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en mi hora final. Por los méritos de tu preciosísima sangre, haz que renazca en nuestro espíritu una fe firme y constante, para alcanzar también el premio del santo paraíso. Amén.

Rezamos tres glorias nuevamente: "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén."

Ten piedad de nosotros, Señor. Ten piedad de nosotros, Dios mío. Creo en ti, espero en ti, te amo y me arrepiento de haber te ofendido con mis pecados.

Tercera palabra: "Mujer, he ahí a tu hijo. Hijo, he ahí a tu madre" (Juan 19:26 al 27)

Jesús amado, que por amor mío agonizaste sin la cruz y nos diste a tu madre como intercesora, te ruego que tengas piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en mi hora final. Por medio de tu madre santísima, ayúdanos a acudir confiadamente a ti. Amén.

Rezamos nuevamente tres glorias: "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén."

Ten piedad de nosotros, Señor. Ten piedad de nosotros, Dios mío. Creo en ti, espero en ti, te amo y me arrepiento de haber te ofendido con mis pecados.

Pedir piedad en momentos difíciles

En nuestras mayores necesidades, tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera. Por el interior martirio de una tan amada madre, ya viva en nuestro corazón, depositemos la firme esperanza en los infinitos méritos de Vuestra preciosísima sangre. Así, podremos evitar la terna condenación que tenemos merecida por nuestros pecados.

La importancia de la fe

Creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haber os ofendido con mis pecados. Tener piedad de nosotros, Señor. Tened piedad de nosotros, Dios mío.

La agonía de Jesús en la cruz

"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Marcos 15:34, Mateo 27:46). Jesús amado, que por amor mío agoniza hasta en la cruz, y que añadiendo sufrimiento a sufrimiento, además de tantos dolores en el cuerpo, sufriste con infinita paciencia la más penosa fricción de espíritu a causa del abandono de Vuestro eterno Padre. Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera. Por los méritos de Vuestra preciosísima sangre, concedednos la gracia de sufrir con verdadera paciencia todos los dolores y congojas de vuestra agonía. Así, unidas a las vuestras, nuestras penas podrán después participar de vuestra gloria en el paraíso.

La sed de Jesús en la cruz

"Tengo sed" (Juan 19:28). Jesús amado, que por amor mío agoniza en la cruz, y que no saciado aún con tantos vituperios y sufrimientos, quisiera y sufrir los todavía mayores para la salvación de todos los hombres. Demostrando así que todo el torrente de Vuestra pasión no es suficiente para pagar la sed de Vuestro amoroso corazón. Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera. Por los méritos de Vuestra preciosísima sangre, encended tan vivo fuego de caridad en nuestro corazón que lo haga desfallecer con el deseo de unirse a Vos en todo momento.

La eternidad

A continuación, oramos tres glorias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Tener piedad de nosotros, Señor. Tener piedad de nosotros, Dios mío. Creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haber os ofendido con mis pecados. Esta palabra, todo está cumplido (Juan 19:39).

Jesús amado, que por amor mío agonizas en la cruz y desde esta cátedra de verdad anuncias el cumplimiento de la obra de nuestra redención, por la cual fuimos hechos hijos de Dios y herederos del cielo, ten piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera. Y por los méritos de vuestra preciosísima sangre, desprendednos por completo del mundo como en nosotros mismos y en el momento de nuestra agonía, dadnos gracia para ofreceros de corazón el sacrificio de la vida en expiación de nuestros pecados.

A continuación, rezamos tres glorias. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Tener piedad de nosotros, Señor. Tener piedad de nosotros, Dios mío. Creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haber os ofendido con mis pecados. Séptima palabra: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23:46).

Jesús amado, que por amor mío agonizas en la cruz y que en cumplimiento de tan grande sacrificio aceptaste la voluntad del eterno Padre al encomendar en sus manos vuestro espíritu, para enseguida inclinar la cabeza y morir, ten piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera. Y por los méritos de vuestra preciosísima sangre, otorgad en nuestra agonía una perfecta conformidad a vuestra divina voluntad, a fin de que estemos dispuestos a vivir o morir según sea a Vos más agradable. Y que no sepamos para nada más que por el perfecto cumplimiento en nosotros de vuestra adorable voluntad.

A continuación, dejamos tres glorias. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Siglos de Amén y Gloria

Los siglos amén y gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Piedad y Arrepentimiento

Tener piedad de nosotros, Señor. Tenía piedad de nosotros, Dios mío. Creo en vos, espero en vos, os amo y me arrepiento de haber os ofendido con mis pecados.

Ora a la Virgen Dolorosa

Oración a la Virgen Dolorosa. Madre santísima de los dolores, por el intenso martirio que sufriste al pie de la cruz durante las tres horas de agonía de Jesús, tened piedad de nosotros a todos los que somos hijos de vuestros dolores. Con vuestra intercesión, podamos pasar del lecho de muerte a ser vuestra corona en el santo paraíso. Amén.

Libéranos, Señor

Librándonos de la muerte súbita e imprevista, líbranos, Señor, de las insidias del mal y de la muerte eterna. Amén.

Oración Final

Odios que la muerte dolorosísima de vuestro hijo habéis constituido un ejemplo y un auxilio para la salvación del linaje humano, concedednos, os rogamos, que en el peligro último de nuestra muerte, merezcamos alcanzar el efecto de tangram de caridad y entrar en la gloria del Redentor, por el mismo Jesucristo, Señor nuestro. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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